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Alison Gopnik y los últimos hallazgos sobre la inteligencia infantil / Revista DICTA

Por: Ragnar Behncke






Fuente imagen: alisongopnik.com/ Alison Gopnik de la Universidad de California (UCLA) y descubrimientos sobre la inteligencia infantil.


¿La adultez es la inteligencia suprema? Generalmente, entendemos el desarrollo infantil como una escalera que nos lleva gradualmente a la conquista de las habilidades necesarias para una vida adulta lo más plena posible. Destacando dos ámbitos principales: el desarrollo socio-emocional para la construcción de una vida familiar armónica y el desarrollo de habilidades cognitivas sofisticadas, para garantizarnos un buen desempeño en un trabajo que nos proporcione una autonomía económica y nos reconforte de valoración por nuestro servicio a la sociedad. Al establecer estos objetivos como el éxito del desarrollo humano, naturalmente, las niñas y niños, dependientes económicamente y emocionalmente impulsivos, están en un estado deficiente del ideal humano. Son un proyecto a medio camino, y si bien podemos intentar valorar “el camino y no la meta”, en el fondo más honesto de nosotros mismos, veremos inevitablemente al mundo infantil desde una superioridad adulta y en el mejor de los casos con una soberbia condescendencia.

En síntesis, Alison Gopnik propone que existen tres tipos de inteligencias en los seres humanos y que cada una corresponde a una edad particular de la vida.

Ahora bien, ¿qué ocurriría si estamos completamente equivocados en esta concepción del desarrollo y la conquista de habilidades? ¿Cómo cambiaría nuestra mirada a la infancia si el éxito humano no fuese la capacidad de resolver los problemas tanto sociales como económicos? ¿Cómo cambiarían los objetivos de la escuela si ya no tuviese sentido medir sus resultados según los logros en la vida adulta? ¿Acaso puede tener alguna lógica en términos evolutivos que el éxito no lo midamos en cuánto a la capacidad de sobrevivir? Desafiarnos con estos interrogantes es justamente lo que nos propone la psicóloga experimental Alison Gopnik, de la Universidad de California (UCLA), a partir de los últimos descubrimientos sobre la inteligencia infantil. En una charla online realizada en abril del 2021 realizó un resumen del estado del arte en estas materias y en este artículo presentaré una síntesis de sus propuestas más disruptivas.

Tres inteligencias para tres edades


Fuente imagen: Obra de Max Rentel (Germany, 1850 – 1911) “Grandmaisthebest” “(…), la inteligencia para cuidar y enseñar logra su peak en la tercera edad, representada generalmente por abuelas y abuelos.”


En primer lugar, cuestiona un supuesto fundamental de la psicología del desarrollo, en donde el desempeño de un adulto en resolver eficazmente problemas cotidianos es la inteligencia fundamental. Por el contrario, nos muestra que cuando especializamos nuestra inteligencia hacia el desempeño en el mundo adulto inevitablemente nuestras capacidades para aprender se van reduciendo. De la misma forma, cuando nos especializamos en cuidar a otras personas, nuestra capacidad de trabajar y de aprender también va en desmedro. En síntesis, Alison Gopnik propone que existen tres tipos de inteligencias en los seres humanos y que cada una corresponde a una edad particular de la vida. La inteligencia especializada en aprender y explorar logra su peak en la infancia, la inteligencia para resolver problemas de manera eficiente logra su peak en la adultez y la inteligencia para cuidar y enseñar logra su peak en la tercera edad, representada generalmente por abuelas y abuelos.

Alison Gopnik dice: “la infancia cumple el rol de una suerte de departamento de investigación y desarrollo de la humanidad”.

A su vez, estas tres edades complementan de manera comunitaria sus aportes y necesidades. La edad adulta es capaz de aportar con mucha eficiencia los recursos que la comunidad precisa para sobrevivir y al mismo tiempo requiere un importante tiempo libre de la crianza para poder realizar las labores de sobrevivencia. Aquí es dónde las personas de la tercera edad pueden ser felizmente mantenidas económicamente por las adultas ya que aportan con el imprescindible cuidado de las crías. Por su parte, los infantes no requieren trabajar ni cuidar a otros, pero tienen todo el tiempo libre para especializarse en su labor única e imprescindible para la comunidad, explorar y aprender a través del juego lo más posible sobre los patrones del mundo que los rodea para poder proporcionar en el futuro las respuestas más creativas y eficientes posibles. En las palabras mismas de Alison Gopnik, “la infancia cumple el rol de una suerte de departamento de investigación y desarrollo de la humanidad”.


Los orígenes de la crianza cooperativa


Fuente imagen: Diapositiva presentada en la Charla de Alison Gopnik. En el gráfico se muestra cómo el periodo de inmadurez está correlacionado a través de las especies con la inteligencia, tamaño relativo del cerebro y flexibilidad. El ejemplo en la foto, una gallina tarda dos semanas en alcanzar la madurez, en cambio, un cuervo tarda dos años aproximadamente. Así mismo, la flexibilidad cognitiva es mucho mayor. Sin embargo, esta gran facultad tiene un inmenso costo, ya que mantener y cuidar a un infante es una tarea muy cara para las madres primates, tanto en energía, tiempo como atención. Para hacer esto posible, expertas en primatología, como Sarah Hrdy, sostienen que la única posibilidad de que las primeras humanas hayan podido extender la infancia fue mediante la crianza cooperativa, donde para ayudar a la madres con sus crías no solo se sumaron otras hembras, sino también los machos y las abuelas.

Los fundamentos psicológicos y evolutivos de esta visión son tan profundos como sorprendentes. Cuando analizamos de manera comparativa el desarrollo del Homo Sapiens con otros primates lo primero que nos salta a la vista es que la duración de nuestro desarrollo es muchísimo más largo que la de nuestras primas primates más cercanas. Un ser humano tarda más de quince años en madurar sexualmente, mientras que un chimpancé toma siete años. Habilidades sociales más elaboradas del ser humano, como la autorregulación emocional, pueden tardar incluso tres décadas en terminar de madurar.

Las investigaciones avanzadas en antropología biológica argumentan que nuestras sofisticadas capacidades de colaboración y flexibilidad conductual se deben justamente a nuestra infancia tan prolongada, pues nos permite mantener las características plásticas y prosociales de los infantes primates durante décadas. Esto nos faculta de una capacidad de aprender de otros, mayor a la de cualquier otra especie de primates.




Fuente imagen: Portadalibro “Mothers and Others” de Sarah Hrdy. “(…) expertas en primatología, como Sarah Hrdy, sostienen que la única posibilidad de que las primeras humanas hayan podido extender la infancia fue mediante la crianza cooperativa, donde para ayudar a la madres con sus crías no solo se sumaron otras hembras, sino también los machos y las abuelas.”

Esto viene a reforzar la idea de la importancia crucial de la tercera inteligencia, aquella que se especializa en cuidar y enseñar. De hecho, para que podamos obtener los beneficios de alargar la infancia es necesario que ese infante esté al cuidado de otros adultos. Un experimento notable muestra que el clásico aprendizaje por prueba y error, donde una rata enfrentada a estímulos dolorosos normalmente no sigue experimentando en ese contexto, al añadirle una adulta cuidadora cambia su conducta y ahora está dispuesta a seguir explorando un nuevo contexto, incluso aunque sea amenazante.

(…) veremos que la especialización de cada una de estas edades con sus respectivas inteligencias se vuelve una respuesta integrada desde una perspectiva intergeneracional y colectiva.

Este reciente experimento realizado por Nim Tottenham (2019) viene a replantearnos la manera en que entendemos el aprendizaje, ya que suponíamos que infantes y personas adultas aprenden con lógicas similares, pero ahora vemos que, al estar especializados en objetivos distintos, sus motivaciones y habilidades pueden ser radicalmente opuestas. Desde un punto de vista individual esto nos parece contradictorio, pero si entendemos que un grupo humano evolucionó comunitariamente, veremos que la especialización de cada una de estas edades con sus respectivas inteligencias se vuelve una respuesta integrada desde una perspectiva intergeneracional y colectiva.


Recuperando la crianza olvidada de las abuelas


Fuente imagen: crello.com “(…) para que podamos obtener los beneficios de alargar la infancia es necesario que ese infante esté al cuidado de otros adultos.”

Para terminar, sería bueno preguntarnos cómo estas concepciones pueden abrir una nueva forma de mirar el desarrollo en donde el mundo de las abuelas y abuelos el mundo de las niñas y niños podrían perfectamente potenciarse mutuamente, tal como lo vemos en las sociedades de cazadores-recolectores y como probablemente fue en los albores de la humanidad. Esto está más cerca de lo que creemos, en Francia existe un creciente número de jardines infantiles que se construyen en conjunto con hogares de ancianos, buscando una integración comunitaria donde las personas de la tercera edad se encuentran en un rol estimulante y que las llena de alegría y los párvulos obtienen una atención dedicada y experimentada que muchas veces es esquiva en el demandante mundo de la adultez Reflexiones en torno al rol único e imprescindible de la inteligencia de la infancia y la inteligencia de la crianza nos dan luces importantes para refrescar nuestra mirada sobre el desarrollo y entender que la productividad y eficacia del mundo adulto es solo una de las tres especializaciones que necesitamos para que el ciclo virtuoso de una comunidad se mantenga aprendiendo, sobreviviendo y cuidando. La alteración de cualquiera de estos tres pilares amenaza con el eje mismo en el que nuestra especie evolucionó y conquistó sus habilidades adaptativas.



Fuentes de consulta ‘Lifehistory and learning: howchildhood, caregiving and oldageshapecognition and culture in humans and otheranimals’compiled and editedby Alison Gopnik, Willem E. Frankenhuis and Michael Tomasello. – Correlación entre periodo de inmadurez e inteligencia en especies en el siguiente artículo: Extraordinaryintelligence and thecare of infants. https://www.pnas.org/content/pnas/113/25/6874.full.pdf Entrevista a Sarah Hrdy, autora del libro “Mothers and Others” (2014) sobre evolución humana y crianza cooperativa. – Experimento sobre experimentación con estimulos dolorosos en ratas con y sin compañía cuidadora. “Love and learning: Parental presenceswitchesavoidance to attractionlearning in children. Tottenham et al. 2019 Nature Human Behavior. – Artículo sobre una “guardería” para niños y ancianos en Francia. https://www.rfi.fr/es/francia/20180605-cuando-dos-generaciones-conversan

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